¿Curar mi alopecia con Finasteride?

¿Te estás quedando calvo? ¿Quieres curar tu calvicie o que no siga aumentando?

Estas son dos cuestiones que seguro que muchos hombres se hacen.

Lee lo siguiente, igual te da alguna pista sobre el problema.

No es algo que a mí me preocupe ni nunca me preocupase. Mi pelo está bastante bien todavía. A mis edad lo más que tengo son unas pequeñas entradas; aunque la verdad, el último año, he notado como mi pelo está más fuerte y más sano.

Tampoco escribo esto porque sea un médico especialista en el tema. En realidad esto lo escribo un poco en homenaje a un chaval norteamericano – Danny Roddy – gracias al cual llegué a conocer el trabajo de Ray Peat y salir del agujero metabólico en el que estaba.

Pero, ¿quién es Danny Roddy?

Roddy es un veinteañero estadounidense que iba para músico que desde joven estuvo obsesionado con la caída del cabello. Cuando era un chaval ya veía que iba a tener problemas al respecto. Tenía familia con calvicie y adquirió una obsesión con el tema.

En su adolescencia empezó a observar como se le caía el pelo poco a poco y no tardó en tomar cartas en el asunto. ¿Qué fue lo primero que hizo? Comprar algunos suplementos genéricos, pero nada ocurrió. Al ver que el pelo se le seguía cayendo fue al endocrino y, cómo no, le confirmaron su alopecia en ciernes y le recetaron Propecia.

Perfecto, ya parecía que estaba en el buen camino.

Efectos secundarios propecia impotencia

Meses después se dio cuenta de un hecho que no puede pasar inadvertido: sus erecciones matinales desaparecieron, así como su libido. El hombre desesperado buscó información y encontró que era un efecto secundario muy común en los pacientes que tomaban dicho tipo de medicamentos.

Vaya, ¡Qué precio a pagar por tener pelo!

Sin embargo Roddy estaba tan desesperado con el tema que no le hubiera importado quedarse impotente con tal de evitar perder el pelo (esto creo que es una exageración pero no estoy seguro del todo).

Estaría dispuesto a entregar su alma al diablo si fuera necesario. El problema fue que el diablo en esa ocasión no le pagó lo prometido. La dichosa Propecia tampoco evitó que se le siguiera cayendo el pelo.

Se estaba quedando calvo e impotente a la vez.

Un desastre en toda regla.

El bote de Propecia terminó en la basura.

En vez de dejarse consumir por la depresión tomó cartas en el asunto y se involucró en una web anglosajona del asunto (regrowth.com) y empezó a seguir las indicaciones de los expertos del lugar.

Las mismos consistían en una miríada de suplementos que le prometían la salvación. Muchos meses pasaron y el milagro no llegó. Roddy empezó a preguntarse que si la cuestión estaba en los suplementos, que quizá la comida tendría algo que ver con el problema. No obstante, la comida es de lo que más llenamos nuestro cuerpo día tras día. Kilos y kilos diarios de comida. Yo diría que comer una cosa y no otra puede que tenga un efecto en el estado de nuestro cuerpo. Bueno, no hace falta ser muy inteligente para pensar esto (a veces me paso de listo).

Vegetarianismo y alopecia

Por lo tanto luego de meditar que lo mejor sería adoptar la dieta más sana disponible, llegó a la conclusión que no podía haber nada más sano que el vegetarianismo.

Toneladas de garbanzos, verduras, arroz, ensaladas, hierbas, etcétera. Además restringió el consumo de azúcar y frutas.

Ya saben, la glucosa y la fructosa son el demonio (o eso nos dicen).

Pues bien, después de varios meses se encontró con el peor estado físico de su vida. Había bajado a 50 kilos desde casi 70, su libido estaba muerta y su energía era la de una vaca durmiendo.

No podía ni con su alma literalmente.

En ese punto colapsó y tuvo que dejar el experimento.

Lo siguiente que hizo fue meterse en el mundillo de los culturistas y lo que estos recomendaban para todo tipo de cuestiones, incluido la alopecia. De ahí aprendió lo importante de hacerse análisis por su cuenta para determinar el resultado de las diferentes hormonas (prolactina, estrógeno, etc).

Aprendió mucho con las historias de esa gente. Lo que pasa es que la mayoría de ellos tampoco llegaba a su objetivo. Todos consumían los ácidos grasos esenciales y toneladas de suplementos.

También acudió a un médico homeopático y terminó como no recetado de toneladas de suplementos incluyendo pastillas y cremas de todo tipo. Luego de una larga temporada con esto se dio cuenta que tampoco le estaba curando. Lo abandonó.

No tardó mucho en enterase de una de las nuevas modas: la idea de que la resistencia a la insulina era la madre de todos los males.

Había, pues, que acabar con los carbohidratos.

Bienvenido al mundo low-carb o paleo (por ahí transité yo también).

Se puso manos a la obra de inmediato y al empezar este tipo de dieta vio resultados positivos casi de inmediato: más energía, mejor sueño, menos ansiedad. Este parecía ser el camino correcto. No obstante esto tampoco trajo la promesa señalada.

De inmediato se embarcó en el consumo masivo de carne basado en el libro de un sueco explorador del Ártico, Vilhalmur Steffanson.

Con este acercamiento pudo comprobar unos primeros resultados prometedores: el pelo parecía que dejó de caer, su cuero cabelludo había recuperado su buen aspecto y la caspa dejaba de ser un problema. En esta altura Roddy estaba ya posteando en su web los avances semanales de su estado.

El problema llegó un año más tarde. Todos los males volvieron: insomnio, impotencia, ansiedad, fatiga, intolerancia al frío, etc. A estas alturas la relación con su novia y con la banda estaba casi hundida.

¿Qué novia aguanta a un novio que no tiene libido?

Al final, luego de dar muchas vueltas a la cabeza,  y casi de casualidad encontró el trabajo de alguien al que mucha gente consideraba una especie de charlatán y algunos pocos admiraban: Raymond Peat (al igual que yo Gracias a Dios).

Por primera vez en una década Roddy encontró la solución a sus problemas. Su libido volvió de vuelta al nivel de su adolescencia, su “frío” desapareció, sus niveles de energía estaban como nunca y lo más importante: por fin logró parar el camino imparable de la calvicie.

Por fin Atreyu pudo detener a La Nada. Y finalmente decidió escribir un libro sobre sus experiencias: Hair like a Fox.

¿Son los andrógenos los responsables de la alopecia?

En los medios de masas la creencia es que sí. En el entorno de la medicina estándar mundial también. Sólo hay que ver la definición de wikipedia del tema:

La alopecia puede clasificarse en multitud de grupos, según su origen y manifestaciones, pero la forma más frecuente es la alopecia androgénica, también llamada alopecia androgénetica o calvicie común, que es responsable del 95% de los casos y afecta principalmente a los varones, menos frecuentemente a las mujeres, y debe su nombre a que está provocada por la acción de las hormonas masculinas o andrógenos sobre el folículo piloso, provocando su miniaturización progresiva

El asunto parece claro. La culpa es de los andrógenos; te dirá el médico.

El paso siguiente es la medicación. Sencillo. No tienes que romperte la cabeza pensando. Papá Estado te lo dice y Mamá farmacéutica te dispensa. Gran negocio para ambos desde luego.

Pero, y si resulta que ese no es el problema, entonces ¿Cuál es?

James Hamilton y alopecia

Todo esto empezó hace muchos años con la investigación de James B. Hamilton. El mismo llevó a cabo un estudio sobre 104 hombres que fallaron en madurar sexualmente con lo cual estos hombres no tenían calvicie y la actividad de su glándula sebácea era deficiente resultando en ausencia de acné o piel grasienta. Tampoco tenían caspa en comparación con los hombres normales de su edad.

Viendo la conexión entre estos hombres y la ausencia de calvicie, Hamilton administró a algunos hombres inyecciones de hormonas masculinas de propionato de testosterona resultando en una caída del cabello en aquellos hombres que tenían casos de familia con el problema. Asimismo lo hizo con algunos de los “castrados” de su observación y comprobó que se les caía el pelo.

Vaya. Parece que encontró alguna conexión entre exceso de hormonas masculinas y caída de pelo. Ya se había sentado la base.

En 1974, la doctora Julianne Imperato McGinley estudió una tribu de hermafroditas en la República Dominicana llamados los Guevedoces*. Estos crecían como niñas y a los doce años desarrollaban cualidades masculinas.

Al igual que en el experimento de Hamilton, no tenían problemas de calvicie. McGinley descubrieron que estos indígenas tenían una deficiencia de DHT (Dihidrotestosterona). Estos “hermafroditas” debían tener una deficiencia de la enzima alfa 5 reductasa, la cual convierte testosterona en DHT. Por lo tanto llegaron a la conclusión de que la DHT debía ser la culpable de la calvicie.

Lo siguiente fue la introducción de las farmacéuticas en el negocio. ¿Para qué recolectar más datos y hacer consecuentes estudios, test, contra-test y análisis? Pues según los Estados y las farmacéuticas no había más que hablar. Asunto arreglado.

Lo que siguió fue la introducción por Merck de Finasteride y Propecia. Si luego resultó que estos medicamentos producían efectos secundarios devastadores, pues mejor que mejor. Ahora habría más problemas médicos que curar.

Por ejemplo: un estudio independiente de Finasteride encontró que un 94% de los participantes vio disminuida su libido, un 92% desarrollaron algún grado de disfunción eréctil y un 69% disminuyó la intensidad de sus orgasmos. Finasteride incluso tuvo que advertir en sus paquetitos debido a lo evidente del asunto. Resultado: más pacientes para la Seguridad Social, más clientes para las farmacias y las farmacéuticas.

Un negocio redondo.

Una burbuja fabulosa sin duda, como casi todo en lo que vivimos hoy día. Vivimos en una burbuja y no nos damos cuenta.

Pero pronto estallará. Tiempo al tiempo. Tanta corrupción no pasa sin consecuencias.

Pero, como dice Roddy, esos problemas podrían ser tolerados (una pérdida de libido no sería tolerada por mí desde luego pero bueno, cada uno es diferente) si el Finasteride fuera efectivo.

El problema es que no lo es.

Para intentar cubrir algunos huecos en la teoría de la calvicie androgénica se acudió al tema de la herencia genética.

Alopecia y envejecimiento

Lo que sí parece evidente es el hecho de que la alopecia se incrementa con el envejecimiento. No es normal ver a niños quedándose calvos desde luego. Lo que sí se ha observado es el poder de regeneración de los niños cuando tienen una amputación de un dedo.

Cuando en los años 70 una doctora americana observó como a un niño le creció perfectamente un dedo amputado de manera natural. Y todo por un error burocrático, al no ser mandado el niño para que le fuera cerrada la herida. Luego se pudo comprobar en cientos de casos como los niños regeneraban sus dedos de manera natural en cuestión de 3 meses en la mayoría de los casos.

¿Y cómo es el metabolismo de los niños? ¿

No sería buena idea intentar copiar el metabolismo de un niño para intentar detener los efectos de la degeneración y la vejez?

Los niños tienen más capacidad de regeneración porque la manera en que su cuerpo elabora energía es óptima.

Entonces, lo más probable es que el hacer que el cuerpo produzca energía de la manera más eficiente debería ser el camino a seguir.

Con los flujos de energía fluyendo de manera eficiente puede que muchos de nuestros problemas podrían tener cura, incluyendo entre ellos la calvicie.

Además si cuando nos hacemos viejos presentamos una disminución en nuestros niveles de testosterona y aumento por ejemplo de cortisol; ¿no será que entonces lo que hay que hacer es favorecer la producción de testosterona y disminuir el cortisol?

El punto de vista bioenergético en la alopecia

Roddy se apoya en los trabajos de Ray Peat, Broda Barnes, Gilbert Ling, Hans Seyle y Albert Szent-Györgyi entre otros para darle un vuelco de sentido al asunto de la calvicie y analizarlo desde un punto de vista bioenergético.

Es desde el nivel celular donde empieza la batalla para el correcto funcionamiento de nuestro organismo y por lo tanto de nuestro cuero cabelludo. Lo que ocurre es que en nuestra sociedad hoy en día el metabolismo está en caída libre.

Sí, la mayoría de las personas viven hasta bien entrados los 70 años, pero el número de enfermedades se multiplica de manera vertiginosa. Parece que cuanto mayor es la cantidad de medicinas en el mercado más medicinas acabarán por haber en el mercado.

¿Será que antes la gente tenía los problemas pero no era tratada o será que son nuevos problemas que se están creando de alguna manera? Y si es así ¿de qué manera se están creando? Es un asunto un tanto siniestro este.

La tesis principal de su trabajo es que la alopecia tiene como causa principal un problema energético que comienza a nivel celular. Para resolver ese problema de energía debemos protegernos y limitar nuestra exposición a las sustancias generadoras de estrés en el organismo como el cortisol, estrógeno, serotonina, endotoxina, hormona paratiroidea y aldosterona.

Aquí puede que más de uno se eche las manos a la cabeza al leer lo de la serotonina, pero ésta al parecer no es tan benigna como se da a creer a las masas.

Más adelante hablaremos de ella.

Nuestra capacidad para defendernos de esas sustancias depende de nuestra habilidad para llevar suficiente oxígeno y glucosa a nuestras células.

Las proteínas, las grasas y los carbohidratos pueden aportar glucosa, siendo el oxígeno el último escollo para la producción eficiente de energía en la mitocondria. La regulación del oxígeno depende en buena medida de las hormonas tiroideas (T3 y T4).

Si la tiroides funciona mal nuestra producción de energía celular se resentirá y entonces aparecerán diferentes problemas.

Por lo tanto un estilo de vida que sea bueno para nuestro pelo debería ser también un estilo de vida anti estrés y favorecedor de la tiroides. Y según los estudios de Ray Peat y otros, hay maneras a nuestro alcance de poder activar y potenciar el funcionamiento correcto de la tiroides.

Roddy recomienda la toma de la temperatura y del pulso para tener un pequeño diagnóstico de cómo están las cosas. Si la temperatura está rondando los 37º, entonces la cosa puede estar bien.

Aunque el contexto aquí lo es todo, y puede haber muchos factores no precisamente buenos que hagan que la temperatura esté en esos valores.

Uno ha de saber cómo uno se encuentra. Si no hay libido, si no hay energía, si hay aletargamiento, entonces debemos estar alerta.

Roddy recomienda básicamente las ideas de Ray Peat en cuanto a alimentación y otros aspectos, incluyendo exposición a la luz (espectro rojo) y otras cosas.

Con esas premisas pudo vencer su larga batalla con la alopecia. Y no solo eso, sino que ha resurgido en un estado físico y emocional más fuerte que nunca: con más energía, más libido y ganas de hacer cosas en general.

Conclusión

Se me han pasado muchas cosas por alto en este resumen que he intentado hacer de la experiencia de Danny Roddy. En su libro podrán encontrar información detallada sobre el tema en cuestión. He de reconocer que tiene bastantes tecnicismos y que se puede hacer un poco pesado en algunas partes pero yo lo encontré muy didáctico y recomendable.

Lo único es que está en inglés y de momento no me consta que esté disponible la edición en castellano.

En mi caso no es algo que me afecte. No tengo problemas de alopecia. Pero es curioso como llegué al trabajo de Roddy.

Gracias a mi fallo con la dieta paleo pude encontrar muchas otras experiencias como la de este hombre. A mí me ha venido muy bien. En menos de 6 meses me recuperé de un estado físico un tanto deplorable, he de reconocerlo. Aunque sí estoy seguro de que en caso de quedarme calvo, no tomaría ninguna medicina de estas que nos venden las farmacéuticas. Ni menos iría a la Seguridad Social española a una consulta. El médico me recetaría de manera robótica Finasteride o algo parecido.

No gracias.

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