Régimen de propiedad en el Capitalismo

¿Cuál es en teoría el régimen de propiedad en el Capitalismo?

Bueno, si somos honestos con nosotros mismos sabríamos que el régimen de propiedad del Capitalismo es aquel en el que la misma está en manos privadas.

¿Sucede eso en la actualidad?

Desde una vista superficial y de lo que “vemos a primera vista” diríamos que si, que en efecto el sistema de propiedad actual es el de propiedad privada.

Esto parece lógico si pensamos que mucha gente considera que las cosas que usan en el día a día, tales como vivienda, vehículos, comida, servicios varios, etcétera son suyos, es decir de su propiedad.

Pero una cosa es lo que la gente piensa y otra la realidad, pues evidentemente las cosas no funcionan de manera tan sencilla como parecen a “primera vista”.

La propiedad es crucial para entender el mundo en el que vivimos.

Vamos a atenernos a la definición pura de capitalismo, en la cual el capital está en manos privadas, pues de lo contrario no estamos hablando de capitalismo sino de algo diferente, algo más parecido a una tercera vía, la famosa “tercera vía” tan famosa de los fabianos y laboristas ingleses.

Desde ese punto de vista no nos encontramos en el capitalismo pues hay mucha propiedad que no está en manos privadas, aunque en muchos casos sea propiedad que sea difícil de “ver”, lo que veremos más adelante.

Transición de propiedad privada a propiedad publica

Una visión más acertada de la “era capitalista” es ver esta como una transición de una sociedad en el que el capital estaba más en manos privadas a otra en la que esta mas en manos públicas.

Es decir que la historia del capitalismo es una transición desde “más capitalismo” a “menos capitalismo”, por muy contra intuitivo que esto pueda parecerle a muchos.

Esto no quiere decir que al inicio del capitalismo toda la propiedad estuviera en manos privadas pues había algunas instituciones que mantenían algún grado de propiedad colectiva, pero las mismas eran no demasiado significativas.

Hablando en términos económicos “actuales” podríamos decir que en el Capitalismo de hace 200 años la gran mayoría de la propiedad estaba en manos privadas, digamos que en un 98% por decir algo.

Si miramos las estadísticas de los gastos de los Estados de hoy en día podemos ver que muchos de estos alcanzan una cifra de entre el 40 y el 50% del gasto total nacional en los países avanzados.

Es decir, estamos hablando de entidades de propiedad común o publica que gestionan tantos recursos monetarios como los agentes privados.

El agente privado, es decir “tú” gana 1.000 euros o dólares y el Estado coge 500, con lo que el agente privado maneja 500 y el público otros 500.

Eso no era así hace doscientos años, momento en el que el régimen del capital sí que era más próximo a una definición purista del capitalismo.

Veamos algunas características actuales de los diferentes activos y elementos de producción:

  1. La propiedad de viviendas

En casas dista mucho de ser privada. Si bien una mayoría importante de las mismas son poseídas en contratos de vivienda por sus dueños, dichos contratos no dejan de ser “públicos”, que a su vez dan derecho a unos impuestos que han ido subiendo con las décadas.

Anteriormente no hacía falta pedir permiso para hacer una casa, o este era muy escaso, al menos en el campo. Si querías una casa pues comprabas un terreno con un contrato privado entre partes y edificabas. Para comprarlo tenías que ahorrar y guardar el dinero de manera privada.

Actualmente, la gran mayoría de gente no ahorra, sino que acude a bancos fuertemente regulados por el Estado, para obtener unos fondos que muchos creen que vienen de los ahorros presentes, pero que en realidad vienen de los “ahorros futuros”, pues son emitidos y respaldados con el aval del Estado y su emisión masiva de deuda pública.

Para obtener la casa las partes hacen un contrato público, lo que ya huele raro pues vemos que el árbitro no es uno privado sino alguien “publico”, alguien que se denomina Estado y que ha acaparado el total del mercado de arbitraje en la mayoría de los casos.

Ahí ya vemos que no todo es propiedad privada ni mucho menos.

De hecho, el Estado se ha lanzado a apropiarse de esos canales de propiedad un tanto “difusos”, tales como arbitraje o seguridad, que al final son los que verdaderamente importan.

Para rematar, tenemos que tener en cuenta el número cada vez mayor de viviendas sociales de todo tipo, tanto de alquiler como en “propiedad”, cosa que se da de una manera cada vez mas masiva en los países de Europa del Norte que “proveen” propiedad a los inmigrantes y otros colectivos desfavorecidos. Sin embargo, esa propiedad no es, de lejos, de esa gente, pues al final pertenece al “council”, que es el que paga, aparentemente.

  1. Ahorros

Hace 200 años la práctica totalidad del ahorro era privado, tanto de los últimos nobles como el de los ciudadanos tanto del campo como de la ciudad.

Si alguno de estos quería proveerse de una pensión de algún tipo la misma tenía que ser privada, es decir, proveniente de ahorros o rentas privadas.

Esto ha cambiado de manera radical con la actualidad, en la cual el ahorro más importante: aquel que provee la pensión, es provisto en casi su totalidad por el Estado.

¿Qué significa esto?

Pues esto significa que cantidades ingentes de ingresos y dinero que va destinado al ahorro ha pasado de ser gestionado de manera privada, es decir por cada individuo o familia, a serlo por una entidad colectiva llamada Estado.

Como bien sabremos el Estado no tiene concepto de herencia, por lo que si pensamos un poco, podríamos entender que no es del interés del mismo gestionar ese dinero de manera que vaya a quedar algo más adelante.

Es decir, que el mercado del ahorro nacional está en su mayor parte en manos del Estado, ya sea el del ahorro para pensiones, o bajo su regulación más estricta, tal y como el ahorro bancario de los trabajadores y empresarios.

Ese ahorro esta en unas instituciones bancarias supuestamente libres pero que en realidad controlan al Estado y a su vez están controladas por este, de tal manera que cuando la banca va a quebrar el Estado la rescata con unas condiciones.

  1. La seguridad

Anteriormente, la seguridad era provista de manera privada.

Hace 200 años, el 90% de la población vivía en el campo.

Pueden preguntarles a sus bisabuelos si aun viven, cuantos policías había en el pueblo.

Pueden estar seguros que no muchos.

Desde que el Estado de propiedad común apareció, el número de policías y reglas no ha hecho más que crecer.

Por lo tanto, podemos ver que la seguridad ha pasado a ser un servicio gestionado por el Estado.

  1. La sanidad

Otro de los elementos claves de cada sociedad avanzada.

La sanidad de antaño era provista, como en el resto de estos otros casos, de manera privada.

Ahí el Estado pintaba poco.

El número de doctores o enfermeros era reducido.

En un pueblo de varios miles de habitantes, quizá había un doctor, alguien a quien todo el mundo conocía y al que todos pagaban en “efectivo”.

Mientas el capitalismo “avanza”, la práctica totalidad de los servicios de sanidad han pasado a estar gestionados por el Estado. Mientras esto ha ocurrido, y al igual que en el caso de los servicios de seguridad, vemos como el número de efectivos dedicados a la sanidad ha aumentado de manera dramática.

Independientemente de si los mismos son necesarios o no, o buenos para nuestra salud, aquí lo que estamos hablando es del régimen de propiedad.

Pues bien, este otro servicio básico, tan básico como la vivienda o la seguridad ha pasado a manos del Estado.

Y recalco la palabra de servicio, pues la propiedad no solo trata de poner un pan en la boca como producto físico, sino también de servicios tales como masajes, consulta de psicología o el de curar mi cáncer.

Conclusión

Además, vemos que el numero de administraciones públicas ha aumentado de manera dramática, donde antes teníamos un ayuntamiento con cuatro personas, hoy tenemos una organización que da empleo a 500, de tal manera que podemos decir que el mercado del trabajo también está fuertemente copado por el Estado.

Así, tenemos que con todos esos ayuntamientos, cabildos, municipalidades, mancomunidades, fundaciones, instituciones supranacionales, etcétera, hemos llegado a un punto en el que la mitad de los sueldos o ingresos son provistos de manera común, es decir: por el Estado.

Con la mitad de la población (trabajadores públicos más pensionistas) siendo pagada por el Estado, parece difícil poder decir que estamos en un régimen de propiedad privada.

Más bien deberíamos decir que nos encontramos en un momento puro de Tercera Vía, en el cual ya no podemos hablar más de Capitalismo que de Estado, pues ambos regímenes, el de propiedad privada y el de propiedad pública tienen un papel bastante similar.

Lejos quedan los tiempos en los que la mayoría de los productos y servicios eran provistos de manera privada.

En realidad, lejos quedan los tiempos del “Capitalismo puro”.