Una reflexión sobre la crítica del intervencionismo de Von Mises

El control de cambios no es, en realidad, sino un nuevo paso por el camino que conduce a la implantación del socialismo. Contemplado desde cualquier otro ángulo, su ineficacia es notoria. Ni a la corta, ni a la larga, lo más mínimo influye en la determinación del precio de las divisas extranjeras

L. V. Mises

Crítica del intervencionismo es uno de mis libros favoritos de Mises si no el que más. De esos que merecen la pena tener en la biblioteca personal.

A diferencia de su obra más conocida, La Acción Humana, este es un libro más ameno y fácil de leer; más que nada por el hecho de que es un libro pequeño que no llega a doscientas páginas, y que sin embargo es de esos libros donde se aprende más ciencia económica que en cien años en la mayoría de universidades de ciencias económicas del mundo, donde solo se imparten conocimientos de corte keynesiano y marxista.

Si alguien quiere introducirse en la obra de Von Mises, esta es una obra ideal.

Para el que quiera profundizar está La Acción Humana, pero esto son ya más de mil páginas y menos fácil de digerir.

Von Mises y el intervencionismo

Crecimiento del gasto social en los principales países avanzados. No hace falta ser un genio para darse cuenta donde terminará esto.

La crítica de Mises sobre el Intervencionismo es impecable. Pocos como él supieron ver el mal inherente a cualquier política socialista desde el punto de vista económico. Da igual que esas medidas provengan de un gobierno conservador demócrata, social demócrata, de izquierda radical o nacional socialista; todos esos gobiernos, que son los únicos posibles a tenor del cariz que han tomados las sociedades actuales, terminarán por aplicar medidas intervencionistas en la economía.

Unos lo harán en mayor medida, como la izquierda radical, y otros en menor medida con los nacional socialistas; pero todas ellas tendrán resultados negativos a largo plazo desde el punto de vista económico y social. La única diferencia estriba en la velocidad a la que se llegará a la economía planificada total.

Mises estaba en lo correcto en afirmar que las intervenciones en la economía terminarían por generar nuevas intervenciones añadidas a las anteriores en un ciclo creciente que terminaría por la consecución de una economía socialista completa; pero que dado que la consecución de una economía socialista completa es imposible, el resultado final sería el caos y tras este el surgimiento de un orden de tipología capitalista.

Aquí tengo que hacer una aclaración personal. La aproximación de Mises en cuanto a las consecuencias del intervencionismo es correcta. Explicó de una manera clara cómo funcionan los ciclos de las sociedades y constituciones políticas humanas, pero no se atrevió a ir más allá. En cierto modo, su concepto del mundo era lineal; que al fin y al cabo es el que tienen todos los enemigos de la economía de mercado y la libertad.

Von Mises y el Socialismo

A pesar de que el mismo describió como pocos lo que ocurriría (y ocurrirá eventualmente) cuando una sociedad se adentra en el camino del intervencionismo, es decir, la consecución del socialismo y el posterior colapso, no supo atar estos términos con el verdadero sino del ciclo de las constituciones políticas humanas. Aunque aquí entramos ya en un terreno mucho más complicado pues la realidad es que Von Mises sabía que erraba en este punto.

Algo que se puede entrever en sus escrituras es el hecho de que Mises considera al periodo previo al Liberalismo, como un periodo oscuro, donde aparentemente el intervencionismo era alto y que por esta causa el hombre no podía salir de ese oscurantismo. Una vez removidas esas barreras, el hombre pudo conseguir despegar y como consecuencia despegó el Capitalismo.

Donde él y las masas de nuestro tiempo veían opresión e “intervencionismo”, una minoría vemos orden; y no un orden cualquiera, sino uno primordial, basado en la tradición: es decir, en una gestión privada de los medios de producción en un sentido mucho más puro que el actual, en el cual, a pesar de la apariencia de una sociedad salvaje capitalista, tenemos una economía a punto de entrar en el socialismo puro.  Sólo le falta el empujoncito final.

La pregunta aquí es: ¿Se equivocaba Mises en esto o acaso escondía la verdad?

Lo más lógico a primera vista sería que se equivocaba pero la realidad es que Mises ocultaba su verdadero conocimiento. Él sabía perfectamente que el pasado también había sido una sociedad de propiedad privada, de hecho mucho más que la época actual.

Concepto lineal o cíclico de la historia

El concepto lineal de la historia es el predominante hoy en día, al igual que muchas otras cosas. No se puede casi ni discutir, no digamos ya intentar disertar sobre el mismo en un medio de masas, en alguna universidad, o en algún departamento estatal de cualquier país del mundo, sobre todo si es democrático o comunista (aquí se ve que ambos sistemas son dos caras de la misma moneda; las cuales no tardarán mucho en fusionarse). No se le ocurre a nadie que otras civilizaciones anteriores existieron y que de las mismas no queda hoy sino solo el nombre y las ruinas.

Al igual que no hay hoy ciudadanos romanos, tampoco habrá, no dentro de mucho, ciudadanos alemanes, ingleses o franceses, como diría Spengler, solo que Spengler se dejó por el camino el carácter artificial y forzado (no orgánico) de la caída.

La caída del Imperio Romano guarda un paralelo con la Civilización Occidental actual que no se puede obviar. El final del mismo estuvo marcado por un Estado cada vez más grande, con una burocracia gigantesca, subsidios crecientes, impuestos confiscatorios, hiperinflaciones y la final disolución del Imperio de Occidente (el verdadero y central de la cultura romana). Al contrario de lo que nos enseñan en los medios o en la escuela, no fueron los bárbaros los que acabaron con el imperio más poderoso en la historia conocida de Europa, sino el colapso económico, social del mismo de manera interna y progresiva. Y este colapso vino marcado por el ascenso del Ethos socialista de la época: el cristianismo original, cuyas connotaciones igualitarias eran mayores que las que luego, más tarde se asimilaron en la Europa de la Edad Media, al paganizarlo moderadamente por los pueblos europeos para poderlo adaptar a la vuelta de una sociedad más tradicional.

La Europa resultante de décadas de planificación socialista del Estado Central Romano era una Europa profundamente pobre y caótica. La “unión de mercado” se había roto. Las rutas comerciales desaparecieron y el comercio disminuyó más del 50%. Las economías de escala que habían sido posibles con la construcción del Imperio, y que en parte contribuyen a la integración y crecimiento económico, desaparecieron. La única manera que tuvieron esas sociedades de sobrevivir en medio del caos, la guerra, la pestilencia y el hambre, fue la de asimilar modos de producción y asociación basados en la propiedad privada.

Cuando un invasor visigodo conquistaba una región europea no creaba un sistema basado en los medios públicos de producción; todo lo contrario, el ascenso de cualquiera de estos hombres como Señor de una zona era basado en el derecho privado estricto. Aquí no hay derecho a voto ni gobierno del pueblo, ni nada de eso. Lo único que hay es un territorio cuya defensa justicia son regidas por un dueño privado de tales “servicios”. Y esto es así porque en las condiciones de caos que suceden a la fase socialista del ciclo (últimos siglos del Imperio) no puede seguir más socialismo, ni aperturas democráticas, ni tonterías de estas, que solo pudieron darse cuando el Imperio Romano fue tan grande y poderoso, que sus élites y su pueblo se vieron de repente “ricos”. A partir de ahí, comienza el descenso, primero espiritual y social, y finalmente material y económico. Al uno le sigue el otro.

Lo mismo ocurre ahora.

Von Mises y la historia

La supuesta intervención de la Europa Medieval no era tal. Es una de las mayores falacias que existen. La razón por la que esa Europa fuera pobre no era porque había un despotismo de ningún tipo. La verdad es que la pobreza fue la herencia y consecuencia de varios Siglos de corrupción moral y de la desintegración de un orden social gigantesco. No había socialismo en el Medievo; lo que había era un orden tradicional, austero y estricto de propiedad privada. Y no podía ser de otra manera.

El socialismo se empieza a infiltrar de manera masiva en la psique de la sociedad en la fase donde la riqueza material alcanza sus cotas más altas. Cuando el anterior alcanza dichas cotas, se coincide con el momento en el que la sociedad se desintegra, y luego, no puede haber socialismo, pues aquel grupo que lo intenta en medio del caos que resulta de lo anterior, no va a sobrevivir mucho tiempo.

Al contrario que se nos hace ver o creer, la Europa previa al Capitalismo era una sociedad totalmente atomizada, con miles de nobles y territorios, con regulaciones inexistentes e impuestos mínimos o inexistentes también, donde las relaciones que había entre los señores y los siervos eran de carácter orgánico y de manera consentida. Fueron los ciudadanos europeos los que dieron la bienvenida a los conquistadores germanos. Prefirieron someterse a su vasallaje que seguir en el infierno marxista de la burocracia romana. Tal desesperación era la que tenían los ciudadanos del Imperio tardío. Pero esto no quiere decir, que estos ciudadanos cambiaran una situación mala por otra igual de mala.

El hecho es que lo hicieron empujados por la más imperiosa necesidad: la de no morir de hambre y la de labrar un futuro para sus hijos. Un futuro a largo plazo. Cambiaron el intervencionismo atroz romano por una gestión privada de sus amos Germanos, que era más benévola que la romana en muchos grados.

Cuando la producción alcanzó cero en muchos lugares, lo único que tuvieron que hacer los “bárbaros” era desmantelar el orden burocrático previo y con ello la producción y el orden volvieron poco a poco. Tan poco a poco que se tardaron mil años en alcanzar los niveles de comercio de la época más dorada el Imperio. Los Germanos no impusieron impuestos masivos ni regulaciones como las de antes. Lo único que requerían de sus vasallos era fidelidad y poco más. Después de todo se habían ganado el derecho.

Hicieron valer su derecho de primera apropiación (como diría Hans Hoppe), pues el régimen previo de seguridad y justicia, había dejado de existir, al menos desde un punto de vista efectivo y moral. Lo que había en las tierras que arrollaron, era el más absoluto caos y corrupción. Y lo curioso es que este caos no provenía de un sistema desregulado, sino por el contrario del sistema más regulado posible. Lo único que tuvieron que hacer fue derrocar a tal sistema corrupto, y clamar su propiedad como proveedores de seguridad y justicia sobre un territorio a cambio de unos pequeños impuestos y el cumplimiento de algunas de las conductas de su orden ético en el funcionamiento de la sociedad.

El mundo del libertinaje, las discotecas y todo lo demás, se acabará cuando el PIB (aunque medidor corrupto de la economía, en cierto modo “válido” para las comparaciones) europeo caiga un 90%, o cuando llegue el fin del mundo. Sea lo que sea lo que pase, lo cierto es que la perversión está condenada a autodestruirse.

¿Qué pasará con los regímenes comunistas y socialistas?

El hecho de que haya países como Cuba o Corea del Norte que no se hayan desintegrado no prueba nada, pues estos casos no tienen nada que ver con el argumento más amplio. Regímenes como estos podrán subsistir, de manera muy miserable eso sí, mientras tengan mercados externos con los que intercambiar productos o que les subvencionen directamente. Es decir, viven en medio de un mundo todavía semi-capitalista. Cuando la civilización constructora y fundamento del ciclo actual, la Occidental abrace el socialismo casi puro, todo cambiará, pues al contrario que Corea Del Norte, o la URSS, ya no habrá mercado internacional de precios privados al que acudir, ni sitio a donde huir.

La URSS podía vender sus ingentes cantidades de materias primas y sobrevivir austeramente, vendiéndolas en los mercados internacionales marcados por precios aún capitalistas. Podría vender su petróleo a 20$ el barril, el Zinc a X, etcétera. Una vez Europa Occidental y los EEUU colapsen y se adentren en el camino del colectivismo se habrá roto la última barrera. Ahí no habrá remesas, ni mercados internacionales de materias primas organizados, sino solo una especio de Nuevo Orden Mundial de corte marxista, que no tardará mucho en descomponerse como lo hace un cuerpo que ha sido devorado durante por los parásitos.

Las cosas funcionarán por un tiempo, en medio de un Gobierno Mundial despótico; incluso las masas lo verán como la llegada del Nirvana. Pero no será más que una ilusión, que terminará en un auténtico holocausto.

En este sentido podemos considerar a Occidente como un cuerpo muerto, cuyo único rumbo es la descomposición segura que sigue a la muerte.

¿Era Mises socialista?

Hay muchos que pueden pensar que Mises era socialista. Bueno, a pesar de que Mises tenía en estima a la democracia y que por tanto en ocasiones pareciera defender algunas de las tesis democráticas, no basta para hacer ver a Mises como un socialista, al menos no de manera directa. En realidad sí que lo era, pero de manera indirecta, o más bien «oculta»; un carácter en común con muchos personajes como el mismo que dicen cuatro verdaders pero una mentira en medio.

En particular hay un ataque hacia Mises por parte de G. J. Schuller, que en su revisión sobre la obra La Acción Humana y sus posteriores respuestas a unas réplicas de Rothbard. En lo que puedo ver el caso, el caso de Schuller no deja de ser el de otro socialista que confunde causa con efecto y cuyo análisis no deja de ser una defensa de la economía planificada desde un punto de vista keynesiano. Esto se puede ver solo leyendo alguna de las frases que dice como:

O bien Mises cree que el intervencionismo es acumulable y lleva al socialismo y al caos (otro término indefinido), o no lo cree. Si lo cree, ¿Puede explicar cómo las naciones occidentales establecieron economías libres en los Siglos XVIII y XIX tras venir del mercantilismo previo, o como lograron conseguir un intervencionismo menor luego de la Segunda Guerra Mundial?

En primer lugar, se ve la misma incomprensión de los fenómenos históricos. En la Europa previa al Capitalismo no había tal “intervencionismo”. El fenómeno capitalista no tuvo que ver con abandonar el intervencionismo. Fue el orden creado durante la Edad Media, de propiedad privada casi estricta, el que creó la base para la acumulación de capital que, tras muchos siglos hizo posible el despegue de la Revolución Industrial. Esto viene a ser una especie de visión institucionalista, donde las instituciones son la causa de la prosperidad, y esto no es así, o no al menos desde el punto de vista que nos da esta visión; aunque sí de otro: el cual nos dice que la prosperidad se crea a partir de la gestión privada de los medios de producción y se destruye a partir de la pública.

Otra cosa que se le olvidó comentar a Mises es que para que se dé el proceso del intervencionismo hacen falta una serie de agentes activos, que tienen que trabajar constantemente para que el crecimiento orgánico del estado tenga lugar. Esto no ocurre por sí solo, como piensan muchos. Sin embargo aquí nos adentramos en un terreno que va más allá de la economía, obviamente.

Von Mises y la propiedad privada

En realidad, los regímenes monárquicos europeos eran más respetuosos con la propiedad privada que las democracias que les siguieron. La productividad no creció en el Siglo XIX como consecuencia del Liberalismo y las Democracias, sino a pesar de ellos, y esto es porque los estados en ese Siglo eran pequeños, pues venían de una base pequeña anterior: la base monárquica.

Cuando el Estado es el 50%, como en la actualidad en los regímenes democráticos de Occidente, y dentro de no mucho el 70 y 80%, entonces veremos que ya no habrá más “crecimiento” real, sino solo nominal. El engaño se intentará mantener hasta el final.

El capítulo de la Segunda Guerra Mundial no deja de ser anecdótico y solo es la concepción lineal que tiene de las cosas una mayoría del pueblo.

El crecimiento del intervencionismo y el Estado es imparable desde la instauración del Capitalismo. En el Siglo XIX, de manera muy modesta y en el XX de manera más pronunciada, y en el XXI lo será de manera dramática. Pero todo esto no viene en una función lineal. Si vemos la tendencia del crecimiento de la regulación estatal, esta es claramente creciente, pero nunca lineal. En función de los ciclos más pequeños que hay dentro de los grandes ciclos de las civilizaciones, hay fases ascendentes y descendentes. Los de Kondratiev pueden ser un ejemplo de estos ciclos a más corto plazo, pero no nos engañemos, a pesar de que el Estado pueda reducirse un par de décadas, la tendencia de los doscientos años está clarísima. El Estado empezó manejando el 5% de los fondos de la sociedad en los comienzos del Capitalismo y ha alcanzado el 50% hoy. Que tras la Segunda Guerra, se redujera el tamaño del Estado de, es solo una anécdota de carácter temporal. El mercado alcista no terminó ahí por ello; más al contrario, ha sobrepasado y sobrepasará con creces las cotas alcanzadas en la guerra.

En este sentido la teoría de la crítica del intervencionismo de Mises de que el intervencionismo crea más intervencionismo y que al final el resultado será la instauración del socialismo es impecable. Lo es porque eso es lo que está pasando y terminará por pasar no dentro de mucho.

Los creyentes en el socialismo podrán alegar lo que quieran pero la realidad se impondrá y al final se cumplirá la predicción de Mises para esta época de la democracia: que el intervencionismo, debido a sus las consecuencias indeseadas que crea, acabará por crear más intervencionismo, y así cada vez más hasta que se llegue a la economía totalmente planificada, al socialismo y dada la imposibilidad de este desde el punto de vista económico, a la desintegración del orden social y al fin de esta era.