El geocentrismo de los Vedas

Cuando escuchamos la palabra geocentrismo pensamos en aquella visión arcaica y desfasada de la Biblia que decía que La Tierra y, por tanto, el hombre eran el centro del Universo.

Así mismo pensaremos que en la actualidad solo los fundamentalistas religiosos americanos y algunos dementes más defienden esta idea en el mundo.

Bueno, pues aquí hay otro de esos dementes que creen que el modelo geocéntrico se aproxima más a la realidad que toda la parafernalia heliocéntrica que nos han estado inculcando desde hace siglos a bases de lavarnos el cerebro.

Geocentrismo en el Corán

La cuestión es que no solo los fundamentalistas cristianos defienden el modelo geocéntrico, sino que dicho modelo es o era defendido por el Corán y también por los escritos tradicionales del hinduismo.

Como vemos, no es cosa solo de la Biblia, y hay mucha más gente metida en esto.

Los profanos podrán pensar que antaño lo normal era plantear que La Tierra no se movía y que además era el centro del Universo, pues así lo veían los antiguos y su experiencia sensorial, la cual no ha cambiado mucho por cierto, pues el hecho de que nos creamos que La Tierra gira a 1.600 km/h, o que viaja en el espacio a 2.160.000 km/h (sí, 2 millones) junto con la Vía Lactea, no se basa en lo que nuestra experiencia visual nos dice, sino en lo que los apóstoles del cientifismo y el materialismo nos llevan enseñando durante siglos.

Nuestra creencia es, pues, no demasiado diferente a un acto de fe, y la aceptación de una nueva visión teológica del mundo: el ateísmo materialista, donde los ángeles y demonios han sido suplantados por extraterrestres provenientes de galaxias muy lejanas.

Pitágoras y heliocentrismo

No solo fueron los antiguos griegos, como Aristárco de Samos o los pitagóricos, quienes supuestamente empezaron a cuestionar el modelo o la visión geocéntrica de las cosas, sino que además en el otro lado del mundo en las tierras de la India ocurrió una revolución que comenzó a cambiar la percepción de la realidad.

Aproximadamente en el año 300 D.C., una nueva dinastía llamada Gupta comenzó a gobernar en la India.

La misma comenzó a enseñar el modelo heliocéntrico a pesar de las enseñanzas de los Vedas.

Los grandes maestres de la casta sacerdotal mundial decidieron que era hora de introducir poco a poco esas ideas incluso en el subcontinente hindú.

Básicamente, aquellos responsables de asesorar a la dinastía Gupta fueron los mismos que enseñaron a Pitágoras y a otros similares, y todo esto, obviamente, forma parte de una agenda “política” muy antigua.

Esta agenda considera que uno de los puntos fundamentales de la misma ha de ser el adoctrinamiento de las masas en la creencia de que La Tierra ocupa un lugar insignificante en un rincón frío de un espacio infinito donde hay otros millones o billones de mundos igualmente habitados.

Ese modelo no deja lugar a Dios, al Cielo o al Espíritu, sino a la Matería y la Energía, y por ende al ateísmo más extremo; cuestión completamente necesaria para que los pueblos del mundo acepten los valores del Nuevo Orden Mundial y su sistema colectivista de corte profundamente materialista.

 

monte meru geocentrismo
Representación del Monte Meru

Heliocentrismo en la India

Un dato de interés es el contacto constante entre las diversas ramas del sacerdocio en las zonas meridionales que tuvieron como punto destacado la introducción de la dinastía Gupta.

Ya en la antigüedad podemos ver como había proponentes del heliocentrismo como Seleuco de Seleucia en Babilonia allá por el segundo siglo A.C., cuyo trabajo fue preservado a través de algunas traducciones árabes.

En el siglo XI Al Biruni había mantenido bastante contacto con astrónomos hindúes que creían en el heliocentrismo.

En sus diferentes obras expone sus teorías – similares a las de Brahmagupta y otros astrónomos de la India – donde expone sus ideas de que la Tierra se mueve.

Se ve claramente que la idea heliocéntrica tuvo un desarrollo paralelo y lleno de contactos en las civilizaciones de Oriente Medio e hindú, y no es casualidad que los árabes adoptaran el número 0 de la India, ya que su mentalidad era, ya por entonces, receptiva al mismo.

Cero y la Nada

Sin embargo, Occidente se negaba a aceptar el 0, pues el mismo significaba el Abismo, la Nada, el Nirvana.

De igual manera Occidente resistió al heliocentrismo hasta la llegada de Copérnico; en dicho momento la fruta ya había madurado lo suficiente, e incluso la psique europea había sido moldeada lo suficiente para aceptar las enseñanzas del cabalismo babilónico.

En la India de la antigüedad las masas no tenían la más mínima duda de que la Tierra era un lugar especial, y que la misma no se movía, y para ello tenían al Bhagavata-purana, en el que se puede deducir fácilmente que la Tierra es central en la cosmología universal.

Un trabajo especialmente interesante al respecto es el del profesor Richard L. Thompson en su obra Misterios del Universo sagrado.

En la misma hace una interpretación de la cosmología del Bhagavata que no deja lugar a dudas del carácter geocéntrico del mismo, y además intenta armonizar sus misterios con datos de la ciencia actual.

 

Giroscopio
Giroscopio

Geocentrismo en los Vedas

En el Bhagavata se describe al universo como una serie de cascarones esféricos que están divididos en dos por un plano terrestre llamado Bhu-mandala, el cual estaría formado por una serie de “islas”, “océanos” o dvipas. En el centro del mandala estaría la isla Jambudivpa, donde estaría también el Monte Meru. Esto sería algo similar a un giroscopio.

Según Thompson el Bhagavata representa cuatro modelos consistentes de la cosmología: una proyección polar del globo terrestre; un mapa del Sistema Solar; un mapa topográfico de Asia del sur y central; y un mapa del cosmos de los semidioses.

El Quinto Canto del Bhagavata habla de una serie innumerable de universos, cada uno de los cuales en un modelo giroscópico similar al descrito anteriormente, los cuales estarían rodeados de capas de materia elemental que marca el límite entre el espacio y el mundo espiritual eterno.

Este es un dato curioso que interpretado de una manera nos puede decir que hay infinidad de universos materiales como el nuestro, cada uno de los cuales rodeados del eterno plano espiritual.

De este modo, tendríamos que el nuestro sería uno más de entre tantos, pero al ser “central” con respecto a sí mismo seguiría teniendo toda la “significación” del mundo.

Después de todo, puede que la eterna lucha entre el bien y el mal tenga lugar en millones de universos paralelos.

Según Thompson el Bhagavata describe la forma esférica de la Tierra indirectamente pues según el mismo la noche prevalece en un punto opuesto diametralmente a la luz, y por lo tanto el sol se pone en un lugar mientras que en otro sale.

¿Forma esférica de la Tierra?

También hay otra manera de deducir la forma esférica de La Tierra.

Las descripciones del mandala tienen características que identifican el modelo con el Sistema Solar.

Según de Santillana y von Dechend (Hamlet Mill) las antiguas concepciones de la Tierra plana eran así porque estas representaban el plano de la eclíptica, es decir, la órbita del Sol, y no la Tierra.

Por lo tanto una vez se perdió la percepción cósmica de los antiguos*, la Tierra fue tomada como literalmente plana.

El Bhu-mandala puede ser comparado con un astrolabio, el cual era un instrumento muy popular en la Edad Media y que servía para determinar la posición de las estrellas sobre la bóveda celeste.

En este, el sol se representa en un círculo donde se puede deducir su movimiento eclíptico.En otras palabras, el disco del Bhu-mandala se puede tomar como el Sistema Solar.

El Sol, la Luna y los cinco planetas “conocidos”  orbitan en el plano eclíptico. Las órbitas de Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno pueden ser deducidas de los mapas del Bhu-mandala, el cual fue obviamente diseñado para representar el Sistema Solar(1).

La Tierra es representada en una proyección plana llamada la materia. Las estrellas se representarían en otra proyección o plano, y en este sentido es interesante tener en cuenta el modelo giroscópico y sus diferentes “ruedas”; así como las ruedas de Ezequiel (1:16).

El Bhu-mandala representa las órbitas del sol, la luna, los planetas y algunas estrellas en una serie de planos paralelos al mismo. Lo importante aquí no es quedarse en la perspectiva plana sino hacer una proyección polar.

La Tierra no se mueve

La sociedad moderna se cree en la posesión de la verdad absoluta en todos los respectos, y más que nadie las masas que creen a pies juntillas lo que les dicen aquellos que detentan el poder.

Como lo dice la NASA ha de ser verdad.

Sin embargo, estaría bien que aquellos que piensan que, por ejemplo, las misiones a la Luna de la NASA eran un montaje, que piensen que detrás de las intenciones de la misma estaban hacer creer aún más que el Sistema cósmico presentado como oficial es el verdadero, y por buenas razones, las cuales van más allá del simple beneficio económico.

Todo con visos de pasar al estadio final del kaly yuga, cuando la mentira reine de manera total; y una de las mayores mentiras es el modelo heliocéntrico.

Por ello la misma será defendida hasta el final, y la verdad, no hay visos de que las masas salgan del sortilegio al que han sido sometidas, al menos no hasta El Juicio Final.  

 

  • En la siguiente web se puede ver la representación del Bhu-mandala, así como otros gráficos interesantes.
  • El término «antigüos» aquí es engañoso, más que nada porque no podemos confiar en ninguno de esos autores, pero sí podemos confiar en que sabiendo que el mundo en el que vivimos va hacia la mentira lo más lógico sería deducir que el modelo de la tierra esférica es una pantomima.