Democracia y Juventud

Hay una cuestión de la democracia como la entienden las masas hoy en día que no comprendo.

Ya sabemos, o deberíamos saber, que la democracia actual comenzó hace un par de cientos de años con la instauración de votaciones con restricciones al derecho de voto.

Esto se puede ver en el desarrollo de todas las democracias de Occidente ya que prácticamente la totalidad de las mismas solo alcanzaron el sufragio universal hace no mucho.

Digamos que en término medio Occidente alcanzó el sufragio universal hace aproximadamente unos sesenta años (1). En dicho momento se reconoció que el derecho a voto sería para todos aquellos mayores de 18 años independientemente de género, religión o condición alguna.

La democracia moderna es de orden representativo con elecciones normalmente cada cuatro años, tiempo más que de sobra para que los ciudadanos reflexionen sobre las gestiones del último mandatario.

No obstante, en la actualidad, la mayoría de los intelectuales de la izquierda, y no pocos de la derecha, como los de la Nueva Derecha Europea, defienden que la democracia representativa parlamentaria es insuficiente y ha de dar un paso hacia la forma de democracia final y supuestamente más justa: la democracia orgánica o participativa.

Esto, desde mi punto de vista, es un paso lógico que desembocará en la fase final del ciclo constitucional platónica de la tiranía; es decir, la lógica maquiavélica hará que el ansia por la más noble democracia desemboque en la más cruel de las tiranías.

Democracia Juvenil

¿Qué sabía Rubens de la estrella tetraédrica? Seguro que mucho
¿Qué sabía Rubens de la estrella tetraédrica? Seguro que mucho

La cuestión que no llego a comprender es la de el hecho de que los menores de 18 años no tienen derecho a voto, y por tanto no pueden ejercer derecho político alguno.

De esta manera podemos tener una familia con una madre viuda y tres hijos, y una mujer soltera y sin hijos.

En el sistema político del reparto del poder político democrático actual, y por tanto del poder sobre el reparto de la propiedad de un país (que es lo que finalmente sería la democracia: un sistema cuyo efecto principal a largo plazo es sobre la estructura de propiedad de una sociedad o nación), la primera familia, con cuatro bocas o cuatro almas, tendría un voto, y la segunda familia con una boca o una alma tendría un voto igualmente.

¿Si queremos ser igualitarios de verdad, por qué no reconocemos que un alma (o boca) debería tener igual valor a otra?

Aquí es donde vemos claramente el carácter pernicioso que subyace a la democracia y la mentalidad actual; cualquiera te dirá que un niño no puede tener derecho a voto porque no tiene las facultades desarrolladas y que por tanto hay que poner un límite, lo cual es cierto, pero también es cierto que puede que el niño no tenga esas facultades pero su madre o su padre sí.

Si somos lógicos deberíamos reconocer que las democracias tal y como están estructuradas en la actualidad dan más valor a aquellas familias sin hijos que a las familias con hijos.

¿Podemos llamar a esto “una visión de futuro”?

¿No estaremos premiando así el egoísmo, el hedonismo y el consumo?

¿No habremos creado así una especie de Saturno que devora a sus hijos?

No me cabe ninguna duda que el sistema democrático actual es el más pernicioso que pueda existir para la juventud y el futuro de un país.

No es de extrañar que en las últimas décadas el número de hijos por mujer haya colapsado totalmente en Occidente y que el número de hijos medio por mujer actual no llegue si quiera a 1,5, manteniéndose así más por el ímpetu de las madres extranjeras que por el local.

¿Cómo no va a ser de otra manera si mediante ese sistema de ejercicio de poder político (y económico) damos más poder a dos ancianos de 80 años que ya lo han hecho todo en la vida, que a una familia de seis miembros (comunes en el pasado pero casi inexistentes ya, lo cual no es de extrañar) cuyos padres están realizando un sacrificio heroico en su consumo actual por traer al mundo al futuro del país?

Familia y democracia

¿No debería tener la segunda familia un número de votos en consonancia con el número de seres que la integra?

No cabe duda que si las familias con hijos numerosos pudieran votar el Estado (esa máquina de comprar votos) tendería a aumentar las políticas de ayuda a la manutención de los mismos y de esa manera podríamos tener que una pareja con cuatro hijos podría recibir una “pensión” por cada hijo, lo cual animaría sin lugar a dudas a muchas parejas jóvenes a tener más hijos.

Esto evidentemente no gustaría para nada al núcleo más poderoso y numeroso de votantes actuales: los mayores de 50 años (pues tendrían que mermar sus “ingresos” políticos en parte para compartirlos con los jóvenes, y ya saben que a Saturno no le gustan los descendientes) , y los jóvenes que por voluntad propia no quieren tener hijos, es decir, a la mayoría de la población; y por tanto, podemos estar seguros que una medida así nunca se aprobará y nunca veremos a la luz una medida como esa.

Por otro lado, hay otro factor que también imposibilita que algún día los hijos otorgaran también derecho a voto, y es el hecho de que las élites que “dirigen” el proceso democrático desde su instauración jamás permitirían ese hecho.

Esto es así, porque como he comentado, una política tal, probablemente haría que las parejas jóvenes nacionales tuvieran más hijos, y esto es lo último que las élites (profundamente saturnistas) quieren; pues no obstante, lo que realmente buscan es el homicidio y suicidio voluntario de los pueblos de Occidente y su sustitución por pueblos del resto del mundo, y de ahí el apoyo masivo a la inmigración de todas las organizaciones internacionales incluyendo la UE.

Lo gracioso será ver el resultado de dicha política, por ejemplo, cuando el sur de Francia o Suecia sea un 50% musulmán.

Democracia enemiga de la juventud

Así tenemos hoy en día que en buena parte de los países europeos sean los ancianos el grupo más numeroso y mejor colocado.

Estos tienen un “sueldo” (la pensión) seguro y regular, la casa pagada en la mayoría de los casos y además subsidios para casi todo: incluido el transporte.

Eso sin contar con el gasto sanitario ingente que generan, pudiéndose dar el caso de que por atender a un anciano de 90 años, el Estado se gaste un millón de euros en mantenerlo con vida un año más de manera totalmente artificial con tratamientos de lo más excéntricos, y que al mismo tiempo ese Estado no pueda garantizar empleo para su juventud, la cual puede tener una tasa de paro del 40, 50% o más.

Esto no es otra cosa que una subvención directa de la juventud hacia la vejez o de sus hijos a Saturno.

No se puede imaginar un sistema más egoísta, injusto y enemigo de la juventud que este.

Tampoco quiero decir que dotando a los jóvenes con derecho de voto a través de sus padres podríamos solucionar el problema esencial de la democracia a largo plazo, la cual terminaría colapsando de cualquier modo, pero al menos seríamos menos egoístas y un poco más solidarios con aquellos jóvenes que sin tener casa propia y casi sin posibilidades de conseguir trabajo fijo –no hablemos de un buen sueldo- se deciden a tener un hijo, es decir a proporcionar un futuro al país.

No es de extrañar, pues, que la mayoría de jóvenes locales de Occidente hayan renunciado a tener hijos a favor del consumismo y el vicio.

Triste y dramático futuro el que nos espera.

 

  • Estados Unidos en 1965, Alemania 1919, Francia 1944 o Suiza en 1971, por poner unos ejemplos.