Confiscación, hiperinflación y las políticas de la locura: el caso de Zimbabue

Uno de los casos de destrucción económica más graves de las últimas décadas y a la vez quizá el más patético y lamentable es el de Zimbabue, el que fuera años atrás “el granero de África”, una de las economías más prósperas de África hace más de 20 años. Hoy en día es poco más que un “estercolero” desde un punto de vista económico, con una economía totalmente disfuncional, donde la tasa oficial de paro es del 11,3%, pero la real puede rondar el 80 o 90%. Otro de los grandes logros del Socialismo del Siglo XXI.

Como es bien sabido, todo comenzó con el cambio de política nacional, liderado por Robert Mugabe, el cual lleva en el poder desde 1987 (creo que solo Castro le gana en años gobernando).

Según Mugabe y la gran mayoría del pueblo de Zimbabue, de razas sub-sahariana, la culpa de todos los males del país la tenían los blancos quienes eran los que poseían la mayoría de granjas e industrias del país. Con un mensaje tan emotivo, aduciendo al hecho de que esas tierras fueron robadas en el pasado, etcétera, no fue difícil construir el movimiento que sentara las bases para la expropiación de los granjeros blancos.

La historia todo el mundo la conoce. El gobierno de Mugabe comenzó confiscaciones masivas a los granjeros blancos del país, dando las tierras al “pueblo”, lo que no es otra que cosa que decir a amigos del partido; gente que no tiene ni tenía idea del negocio de la agricultura.

Muy al contrario de lo que piensa la mayoría de la gente, gestionar negocios de agricultura, sacar buen rendimiento a las tierras o las granjas, requiere de conocimientos y experiencia que se adquiere en el campo, y no es tan fácil como se cree. Por eso, cada vez que un comité de burócratas intenta reorganizar el sector agrícola de cualquier país (es decir, confisca y colectiviza la producción), la producción agrícola nacional colapsa de manera dramática, ya sea en la URSS, en la Rumanía de Ceaucescu, en Corea del Norte, en la Albania o Etiopía comunistas. No es tan fácil gestionar una granja con buen rendimiento como piensan los burócratas que jamás han sudado una gota en la tierra.

Como es lógico, cuando estos granjeros fueron echados de sus tierras, la producción bajó de manera catastrófica, concluyendo en una catástrofe humanitaria con millones de refugiados en toda África e incluso en Europa (Reino Unido).

Al destruir la producción agrícola nacional (los nuevos dueños con los antiguos trabajadores del campo eran incapaces de producir eficientemente), el resto de sectores dependientes: por ejemplo, las empresas de fertilizantes, maquinaria, etcétera, colapsaron.

Como consecuencia, comenzó a producirse una escasez enorme, a lo que Mugabe respondió con más políticas socialistas como controles de precios, etcétera. El resultado fue una de las hiperinflaciones más devastadoras y largas de la historia, la cual, supuestamente terminó en el año 2009, cuando el dólar de Zimbabue pasó a la historia.

En todo ese proceso de auténtica locura, era habitual ver datos del paro que lo ponían en el 90%, 80, 70, etcétera. Sin embargo, el gobierno intentaba dar sus propios datos, mediante su agencia oficial, en un clásico ejercicio de “cocinar datos” marca de la casa; cosa que sigue haciendo hoy.

Como antes dijimos, el paro “oficial” está en torno al 11%, pero es que la manera que tiene el órgano estadístico de contar los parados es bastante tramposa. Es decir, que haciendo una entrevista a varios miles de personas, si alguien responde que “trabajó” una hora la semana anterior, ya se le considera no parado. Esto, junto con el hecho de que cualquier persona que no esté apuntada en la lista de desempleo como “buscador de trabajo” no es considerado como parado, algo similar  a lo que usan países como España, sin ir más lejos.

No obstante, la medición es tan ridícula, que la tasa real es más cercana al 60, 70 u 80%, cosa que incluso reconocen otros organismos o partidos políticos del país.

El hecho de que alguien “haya trabajado” una hora la semana anterior, no quiere decir que lo haya hecho en ningún sector formal, es decir, en una empresa funcional que pague impuestos y esas cosas. De hecho, solo el 10% de los que trabajan en Zimbabue lo hacen en empresas formales, es decir “normales”. El resto, lo hacen en trabajos informales, tipo “mañana voy y te ayudo a cargar unas cajas una o dos horas”. Vamos, que si la encuesta fuera hecha con los estándares de Australia o Estados Unidos – los cuales dejan bastante que desear por sí mismos – el paro estaría más cerca del 80% ¡

En este sentido, leer el artículo de africachek, no tiene desperdicio. Según el mismo el partido de Mugabe presumía en 2013, en medio de su campaña por las elecciones, de que el paro del país era del 60% (sic). Y luego tienen la desfachatez de salir con estadísticas oficiales del 11,3%. Mugabe y sus secuaces además de corruptos son unos ineptos. Eso sí, unos ineptos muy ricos, no como el pueblo que vive al día recogiendo patatas.

Y eso que hace ya seis años que terminó la hiperinflación y el país está supuestamente recuperado!

Vamos, que el logro de Mugabe fue destruir una de las mejores economías de África, que el PIB per cápita disminuyera un 50% en su mandato y que a día de hoy, el que fuera uno de los mayores productores agrícolas del mundo, tenga incluso que estar pensando en importar, porque – sorpresa – se anuncian problemas de abastecimiento de comida y posibles hambrunas en la próxima temporada. ¿La causa? Problemas de sequía, y como no, la persistente poca productividad de la nueva economía Zimbabuense.

¿Y cuál es la solución de Mugabe para paliar este problema?

Mugabe ofrece a los (algunos) granjeros que gestionen las tierras de nuevo

Pues, aunque parezca increíble, está llamando a muchos de los granjeros a los que expropió hace 10 años a que vuelvan al país.

Según The Telegraph, el partido de Mugabe estaría trabajando en intentar que algunos de esos granjeros blancos tuvieran permiso para gestionar esas tierras, en los casos de “importancia estratégica para la economía” (sic).

Curiosamente, aún quedan unos 300 granjeros blancos en el país, los cuales han permanecido incluso por la ayuda de mucha gente en el país, dándose casos tan estrambóticos como el de una granjera llamada Elizabeth Mitchell, la cual pudo retener su granja al ser rechazada por el ministro de turismo, Walter Mzembi, al cual le había “tocado” en el sorteo. Así mismo, los líderes de la provincia la respaldaron. Después de todo, algo de sentido común queda en el pueblo de Zimbabue.

De todos modos, no debemos olvidar cual es el verdadero pensamiento del líder Mugabe, el cual dijo recientemente en uno de sus mítines:

“No seáis demasiado simpáticos con los granjeros blancos…Ellos pueden tener industrias y empresas, o estar en apartamentos en nuestras ciudades, pero no pueden poseer tierras”

En verdad, qué obsesión más grande que tiene este hombre con las tierras.

A tenor de los resultados, y de las estadísticas económicas, sus políticas han sido las peores del mundo en los últimos 15 años. A fecha de hoy, solo otro gobierno amenaza con arrebatarle el puesto a la mayor destrucción económica en el menor tiempo posible: el gobierno bolivariano de Caracas, otro gran ejemplo del socialismo del Siglo XXI.

Los antiguos granjeros confiscados, la población pobre del país más pobre que nunca y en paro y mientras Mugabe sigue dictando las políticas del país. En verdad, el mundo se ha vuelto loco.