El verdadero Patrón Oro

¿Cuál es el sistema monetario ideal y más justo?

Pues aquel que surge de manera espontánea y que es aceptado por los participantes del drama social de la historia humana.

Ese sistema monetario ha de ser uno ausente por completo de cualquier ego o circunstancia moral que tenga su base las fuerzas inferiores de la psique humana; es decir, aquellas que apelan a los sentimentalismos y la envidia.

Tal sistema resultante de la absoluta espontaneidad es el de libre cambio y de propiedad privada y sus corolarios: el trueque y el oro.

Oro y libre albedrío

No cabe duda, que desde un punto de vista económico, de que el oro es el mayor obstáculo para la instauración de la tiranía y la opresión, pues como bien supo ver Menger, es el bien con una utilidad marginal más constante y menos decreciente, siendo el bien material que mejor cumple con la función de depósito de valor en el largo plazo, no habiendo ningún otro que se aproxime de lejos.

Que el oro fuera ,durante los milenios “oscuros”, donde la vida era difícil, el método preferido para realizar intercambios y salvaguardar los ahorros de la sociedad, no debería sorprender a nadie.

El hecho de que hoy en día se haya podido desvirtuar ese proceso hace creer a los modernos que el oro no es más que una reliquia bárbara; y que el mismo que fue una de las razones de la permanencia de la humanidad en la oscuridad.

Nada más lejos de la realidad.

Patrón oro en la historia económica mundial

El Patrón Oro es el que ha venido funcionando toda la historia de la humanidad conocida, aunque se piense que este ha estado vigente solo desde el Siglo XIX.

El hecho es que los imperios y sociedades tradicionales de antaño guardaban para el oro una función primordial e incluso sagrada.

No había un patrón oro de hecho en las antiguas civilizaciones de Oriente Medio, Europa, China o India, pero sí lo había de facto.

No hacía falta establecer un patrón oro pues esto se hacía de manera espontánea, por el mercado, la sociedad, la mano invisible o como se quiera llamar.

Solo al final de los ciclos de cada una de las grandes civilizaciones, se producía la corrupción fatal de las unidades monetarias basadas en oro o plata, cuyo ejemplo más conocido es el Imperio Romano, en el cual se quitó el oro paulatinamente de la divisa imperial, intentando engañar al pueblo en lo que fue uno de los primeros grandes ejemplos de inflación que acompañan a los estados crepusculares de las civilizaciones.

Ni que decir que esos estados finales siempre vienen acompañados también de un estado más grande, con más burocracia y más “derechos” sociales.

Uno se puede preguntar si es la destrucción de la moneda lo que lleva a esa mayor burocracia o si es al revés.

Para los ojos de la razón es la segunda causa la que es más lógica, lo cual no finalizaría el análisis tan pronto, pues la mayor burocracia y tendencias igualitarias al final de los imperios son consecuencias a su vez de otras causas que a su vez han sido producidas por causas anteriores en una espiral sin fin. Pero esa es otra cuestión.

El hecho es que el Capitalismo se desarrolló de manera fulgurante en el Siglo XIX, dando lugar al mayor comercio internacional nunca visto en la historia.

Dicho comercio y el sistema monetario que lo sustentaba era el Patrón Oro y la doctrina de las Letras Reales de Adam Smith. Dicho sistema de comercio internacional surgió espontáneamente y era la forma más parecida a un sistema de libre cambio, aunque no obstante tengo que añadir que hay aquí una serie de problemas que provienen del hecho de que el sistema había dado ya un pequeño giro hacia la propiedad común de los medios de producción, y eso hizo que el supuesto sistema de comercio internacional basado en el libre comercio no fuera en realidad libre del todo.

Aunque el hecho económico fundamental es que de manera espontánea lo que ocurrió fue la preeminencia absoluta del Patrón Oro y las Letras Reales, y que en ello no hubo prácticamente injerencia estatal.

El problema es que los elementos subversivos fueron tomando posiciones, pues eran conscientes de la futura desviación de las masas hacia la mentalidad socialista e, y solo era cuestión de tiempo que el sistema de libre comercio fuera dando paso a otro basado en las tesis defensoras de la propiedad común.

Desde este punto de vista es obvio que las Letras Reales es un sistema que surge de manera espontánea, por acción del mercado y que su abandono después de la Primera Guerra Mundial vino impuesto por la vuelta al mercantilismo. El Patrón Oro se mantuvo, pero ya nunca fue igual.

Se cambió un sistema más dinámico por uno más estático y esto lo explica Antal Fekete en sus numerosos artículos sobre el tema.

La tesis que defiende Fekete es que el Patrón Oro al que quieren volver muchos de los seguidores de la escuela austriaca es erróneo, pues vendría a ser un Patrón 100% convertible en oro.

Según Fekete este sistema no estaría exento de rigidez y no tardaría en crear nuevos desequilibrios (1).

No me resulta de gran interés el hecho de analizar profundamente las diferentes ideas y teorías sobre cuál sería el mejor Patrón Oro, pues casi todo debate se basa en ideas modernas de liberalismo democrático, y la verdad es que la única solución que realmente funcionaría sería la del liberalismo “anárquico”, es decir, el que defiende la sociedad de propiedad privada y que es el único que se abstiene de hacer análisis al respecto de si el Patrón Oro debería ser de 3 mil $ la onza, 4 o 20 mil, o sí debería haber un sistema de Letras Reales, o cualquier cosa de orden egocéntrico y de carácter netamente político.

Para esa clase de liberal “anárquico” la mejor solución sería la que está más alejada del sistema de propiedad común y por tanto del mundo de la política.

Sería nada más y nada menos que dejar actuar al orden espontáneo.

Desde este punto de vista la idea de Antal Fekete de la vuelta a las Letras Reales con el Oro como Patrón estaría más cerca de una solución de propiedad privada que las que defienden no pocos defensores del Patrón Oro en la actualidad, que en su mayoría proponen sistemas mixtos de Patró Oro y sistema Fiat; con variantes en las que incluso se proponen cestas de oro con otras materias primas como patrón monetario.

¿Vuelta al Patrón oro?

De cualquier manera, todo esto que he comentado es una utopía pura y dura. No se va a producir una vuelta al Patrón Oro, al menos en Occidente; ni mucho menos una vuelta a un sistema de libre comercio.

Más al contrario, nos encaminamos a la construcción final del Nuevo Orden Mundial totalitario, el cual no estará muy lejano de la profecía bíblica según la cual todos llevaremos el número de la bestia y no podremos comprar ni vender sin su permiso.

El destino final es la implantación de un sistema electrónico de pagos por el cual podremos ser controlados en la (casi) completa totalidad de nuestros actos económicos.

La única posibilidad de que se vea algún retorno al Patrón Oro, es que se intente en lo que hoy es Rusia (en lo que sería una especie de Tercera Roma después de Constantinopla) o en Asia, una vez que colapse catastróficamente el sistema monetario mundial. Y dicho Patrón distaría mucho del que tuvo lugar en el Siglo XIX. Sería más bien una fijación del precio de la onza a un valor determinado de materias primas o de divisa fiat de algún país.

Esto es algo que no funcionará a largo plazo evidentemente, y solo podrá detener temporalmente el camino insoslayable hacía la tiranía mundial.

Lo que tampoco durará demasiado será esa tiranía o N.O.M. cuando sea implantado, y cuando ese reino del Anticristo sea disuelto entonces volverá el mundo a ver lo que es un sistema de propiedad privada y de verdadero Patrón Oro.

 

(1)   El que quiera informarse de estas cuestiones puede consultar los numerosos artículos de Antal Fekete al respecto, como éste, y porqué este considera que no es lo mismo la propensión al ahorro que la propensión al consumo y de ahí la necesidad de las Letras Reales; o alguno escrito por Ramón Rallo. O mejor aún, leyendo la fuente original de Adam Smith.