Capitalismo y mecanicismo

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Una de las características fundamentales de esta fase final del capitalismo es el carácter cada vez más mecanicista de la sociedad.

Si nos damos cuenta los grandes avances de la producción capitalista siempre han tenido un componente de automatización, al hacer las cosas objeto de la producción de una máquina, de un algoritmo, tan de moda en la actualidad.

El mecanicismo es bien conocido por Descartes. Sin embargo, es con René Guenon y algunos de sus grandes artículos, donde comprendemos mejor el carácter inverso de este concepto de mecanización.

En su inolvidable artículo “La ilusión de la vida ordinaria”, Guenon nos explica en qué consiste la trampa de este concepto.

Una trampa extremadamente difícil de ver porque a pesar de que los “avances tecnológicos” que posibilitan el mecanicismo son plenamente capitalistas, el objetivo y la función final del conocepto es la de acabar con el mismo capitalismo.

¿Cómo es posible que la automatización que es consecuencia de la mecanicidad pueda acabar con el mismo capitalismo?

Guenon nos lo explicaba perfectamente en uno de sus párrafos:

“se encuentra ligada a otra ilusión específicamente moderna, la que pretende reducir todo a elementos puramente cuantitativos, lo que constituye propiamente el «mecanicismo». Sobre este punto, señalaremos solamente esta concepción «mecanicista», bien que naturalmente tenga también su expresión filosófica que remonta al cartesianismo, se vincula más directamente al lado «científico»”

Cuando se reduce todo a la cantidad, entramos en el terreno de la imposibilidad de la diferenciación, elemento fundamental de una sociedad capitalista. Es decir, de propiedad privada.

Ese tipo de sociedad de propiedad privada, solo puede continuar siéndolo si sus elementos son eminentemente diferentes, o sea no medibles.

El problema del carácter cuantitativo es que intenta convertir a números lo que no puede convertirse, como el carácter de las personas, por ejemplo, al menos no el de un mundo como el actual, donde todavía la gente tiene diferentes atributos y personalidades. El esfuerzo va encaminado a eliminar esto, incluso.

Cuando la “ciencia” intenta reducirlo todo al concepto cuantitativo está dando por hecho de que no hay nada más allá del número, o sea de los procesos cuantificables y «perfectos».

Esos procesos, a pesar de parecer sin fisuras, tienen un componente que los hace óbices de copiar, y todo lo que puede ser copiado es factible de ser destruido.

Mecanización como fundamento del avance histórico productivo

Como siempre, estamos en un terreno donde la confusión es suprema, al menos en las masas que siguen los dicatos de los ingenieros sociales, quienes no están, para nada, confundidos.

Cuando se habla del mecanicismo o de la automatización, parece que esto es algo que apareció con el capitalismo sin que existiera nunca antes; nada más lejos de la realidad.

El mecanicismo es algo que existe desde el momento en que el hombre empieza a merodear en este mundo.

Primeramente de manera casi imperceptible y finalmente de manera dramática.

Por eso la gente piensa que este mecanicismo es consecuencia del “capitalismo”.

La realidad es que en los avances cíclicos el mecanicismo siempre es más fuerte en la fase final de los mismos, y se manifiesta en todos los órdenes de la sociedad, no solo el económico.

Veamos un ejemplo.

La construcción de las pirámides requirió de ciertos procesos de mecanización, cosa obvia si vemos la forma de las piedras de las mismas. Dicha mecanización, a pesar de ser de un estadio infinitamente menos avanzado que la actual, no deja de ser una especie de “automatización”.

¿Qué nos dice esto?

Que este es un mundo que tiende a un mecanicismo cada vez más extremo; y algo que “tiende” es que está hecho desde un punto de vista mecanicista, o al menos diseñado con dicho concepto como base fundamental.

Por eso, lo curioso es que cada avance de este tipo, que provee una mayor facilidad para la producción, ya sea de armas, utensilios o, como hoy día, servicios online, también provee un paso más en el avance a la estandarización del mundo.

Esta estandarización, para el que tenga ojos, no hace sino contribuir a un mundo más “igual”, o más socialista.

Por eso es curioso que sea en el capitalismo, ese sistema de producción industrial masiva, donde vemos los mayores avances del ideario socialista en la historia.

¿No es un tanto paradójico que cuanto más nos adentramos en la creación de procesos industriales y tecnológicos de estandarización en todos los aspectos de la vida, más nos encontramos con unos estados públicos de mayor tamaño?

Esto no es difícil de entender si nos damos cuenta que la entidad que depende más de la estandarización, porque ella misma personifica ese concepto, es el Estado.

En ese estado público igualitario lleno de burocracia no caben las diferencias, salvo en un grado muy bajo, como por ejemplo los diferentes grupos funcionariales, aunque esas diferencias también deben acabar por desaparecer en un estadio final del socialismo, como por ejemplo vemos en Venezuela, donde se ha igualado todos los sueldos públicos independientemente de los “grados” (1).

Es el estado el que va recogiendo los frutos de la producción de masas capitalista.

La androginia del Estado

Una característica fundamental de la mecanicidad es el aspecto andrógino de la misma.

Es decir, cuando un proceso es mecanizado o, en otras palabras, convertido en máquina, asistimos a un proceso de androginia, ya que dicho elemento carece de atributos femeninos o masculinos y es en esencia un “ello”, o sea una cosa “indiferenciada”.

El Estado tiene la misma característica.

Es un ente de carácter “hermafrodita”. Un ente para el que lo alto y lo bajo, lo izquierdo y lo derecho, lo fuerte y lo débil, lo blanco y lo negro, lo masculino y lo femenino, etcétera, tiene el mismo valor, y no solo eso, sino que esos opuestos son unidos por dicho ente, que va resolviendo, pues todas las diferencias.

Por ello, no es difícil entender que Estado y mecanicismo comparten ese aspecto común, que es además, esencia de esas dos “entidades”: el carácter indiferenciado.

Conclusión

Por ello es comprensible que cuando se da el capitalismo ya se estaba entrando en la fase mecanicista por antonomasia del ciclo de este mundo.

No es que en los periodos anteriores no hubiera capitalismo. Todo lo contrario, pues el aspecto de “propiedad privada” y “diferenciación” era mucho más fuerte en el pasado que en el periodo capitalista, por muy confundida que esté la masa actual al respecto en sus delirantes ideas de un pasado “socialista”.

Lo que se da con el capitalismo, y con la tecnología que lo hizo posible, es una mecanización o automatización más avanzada. Una automatización que va alcanzando un carácter total así como nos aproximamos al final de esta era.

“en el seno de un mundo como éste, puede parecer que a la «vida ordinaria» sólo le resta desarrollarse sin perturbaciones o accidentes imprevistos, a la manera de los movimientos de un «mecanismo» perfectamente regulado; tras haber «mecanizado» el mundo que le rodea, ¿acaso no trata el hombre moderno de «mecanizarse» lo mejor posible a sí mismo en todas las modalidades de actividad que todavía permanecen accesibles a su naturaleza estrechamente acotada?”

René Guenon. Idem

Este otro párrafo ejemplifica perfectamente todo lo aquí explicado y resume perfectamente el carácter autodestructivo de la “inercia capitalista”.

El error de los modernos es pensar en el capitalismo como algo cerrado, como algo que no cambia, como si la sociedad se fuera volviendo “más capitalista”, cuando justo lo contrario es la verdad: la sociedad se va volviendo menos capitalista por el mismo efecto del capitalismo.

Esa es la tragedia del capitalismo.

El mismo va creando las condiciones para que el hombre se vuelva más socialista.

Los avances tecnológicos permiten la total y completa fiscalización de la actividad humana, en lo que es el sueño de los utópicos mecanicistas, que es lo mismo que decir los utópicos del socialismo.

Muy a pesar de lo que piensan los liberales o proponentes de la propiedad privada, a mayores dosis de automatización, más se avanza en la construcción del “hombre mecanizado”, que es otra manera de llamar al “socialista perfecto”.

El carácter verdaderamente nefasto de la producción de masas radica en su aspecto “copia”, característica fundamental de la estandarización.

Si bien el hombre moderno aumenta la producción con algoritmos y tecnologías a un “menor precio” material, el problema radica en que dicho aumento viene dado en forma de copia, o sea de crear cosas que son exactamente iguales las unas a las otras.

Esos aspectos: la copia, la estandarización, la automatización y, en definitiva, el mecanicismo, no son sino diferentes ramas de la misma fuente: la fuente del socialismo.

Entendiendo que el socialismo es un sistema mecanicista y que todo mecanicismo social desemboca en socialismo podemos prever perfectamente a donde se dirige este mundo.

No hay vuelta atrás.

(1) Aunque sea una medida “temporal” del gobierno de Maduro no deja de ser simbólica de lo que representa verdaderamente el Estado, que no es otra cosa que la igualdad total, que es lo mismo que decir la mecanización completa de la sociedad.

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